Siempre digo que adoro mi trabajo. Los niños y las niñas, la poesía, los libros… pero también el otro, escribir, leer, pensar…
Es bello, después de muchas lecturas y meses de reflexión sobre un tema, ver cómo florecen y dan su fruto. Y un domingo por la mañana comienza a fluir.
Os traigo un pequeño fragmento, ni un comienzo siquiera, de la conferencia que estoy preparando para JALEO.
Si te apetece escucharla en directo todavía estás a tiempo: www.jaleovalencia.es o, si no puedes venir, también hay un JALEO VIRTUAL:
SOSTENER LA BELLEZA
“La noche es sublime, el día es bello. Lo sublime conmueve, lo bello encanta. Una soledad profunda es sublime, pero de naturaleza terrorífica.” (Immanuel Kant)
Cuando leí estas frases, salpicadas aquí y allá en un pequeño tratado, iluminaron una cuestión que llevaba muchos meses rondando mi cabeza. Y eso es bello. Pensar, dar vueltas a una idea, adentrarse en nuevos territorios del pensamiento, reflexionar, buscar la mejor respuesta, atravesar, desarmadas, el laberinto de la mente y, como Ariadna, saber el secreto para regresar intactas. Belleza sublime tener acceso a ese hilo. Un hilo, en este caso, de palabras, el hilo de la lectura y del lenguaje. Conociendo ese hilo y una vez dentro, saber que se puede salir. Volver de la oscuridad del laberinto de la mente persiguiendo esa fila invencible de hormigas que son las letras en los renglones de un libro. Eso es belleza, ¿no os parece?
Saber que la literatura, el verso dejado caer, el lenguaje, nos permiten conocer las palabras exactas que nombran aquello que nos reconcome el alma, eso es belleza. Porque alguien ha sabido nombrarlo antes que nosotras. Esa ruta abismal, recóndita y maravillosa ya ha sido transitada y han dejado señales, balizas, para que no nos perdamos.
Ahí también reside la belleza, belleza sublime, porque nace de la generosidad de compartir ese camino extenuante con otros caminantes, que se asomen al paisaje inhóspito de esos pensamientos por vez primera.
(…)
(Mar Benegas)
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