LOS LIBROS NO SIRVEN PARA NADA (CINCO IDEAS)

Los libros no sirven para nada. Y es que parece que hoy en día todo tiene que servir para algo. Cada cosa que hacemos ha tener una función y ofrecer un resultado útil, productivo y/o (sobre todo) monetario. Sí, incluso aquello que parece que no, como estar horas muertas viendo series o conectados a las redes sociales, eso también tiene una utilidad, comercial, en este caso.
Al final nosotros somos los usados, y nuestro tiempo sirve para algo. Pero, ¿qué pasa con los libros?, ¿y con ese exceso de utilidad?

LA UTILIDAD DE LO INÚTIL

Y, por supuesto, esta hiper-productividad ha llegado también a la infancia. Los niños y niñas cada vez están más ocupados, con jornadas productivas larguísimas en las que el día se convierte en un continuo vaciado de contenidos sobre ellos que siempre van enfocados a esta obtención de resultados.

Reivindiquemos, pues, la utilidad de lo inútil, como hizo Nuccio Ordine.

LOS LIBROS NO SON PARA TANTO

Los libros no sirven para nada, pero en esta fiebre utilitarista la infancia no se queda atrás, y, mucho menos, los libros infantiles.

Si los libros no sirven para nada (ni el arte ni las humanidades, en general) ¿cómo es que se les confiere un poder tan absoluto? Aquí observamos una, de tantas, de las paradojas de la sociedad moderna. El oxímoron: la literatura y el arte se menosprecia en todos los ámbitos pero, a la vez, se confiere un poder a los libros, sobre todo en las primeras edades, fuera de lo común.

Como si el producto/objeto libro fuera investido y dotado de un poder mitológico, que le permite llevar a término la sobrehumana tarea de “educar emocionalmente”, “enseñar”, “moldear”, “dotar de valores” y un largo etcétera. Los libros “para”, libros receta, se convierten en los reyes indiscutibles del formato libro para la infancia.

Pero, de verdad, los libros no son para tanto. Pasemos a ver que, realmente, los libros son bastante más inútiles (al modo de Ordine, al menos), que útiles.

LOS LIBROS NO SIRVEN PARA NADA (CINCO IDEAS)

1-NO SIRVEN PARA EDUCAR

Un libro nunca podrá sustituir el ejemplo, el diálogo, la reflexión y la convivencia. Un niño, una niña, necesitan personas que respeten sus ritmos. Que los miren y escuchen, que les hablen y les cuenten, pero, sobre todo, que se comporten de manera coherente. Somos mamíferos y aprendemos por imitación. No deleguemos esa obligación en unas pocas páginas de papel.

2-NO SIRVEN PARA CONTROLAR LAS EMOCIONES

Un libro nunca podrá “domesticar” las emociones infantiles. Sobre todo en la primera infancia. Los niños y niñas (de 0 a 6 años, sobre todo, pero también los de 45 años) no “controlarán” sus emociones por leerles (mil veces) el mismo libro. Las emociones se sienten, se experimentan, se vivencian y, poco a poco, van integrándose y “controlándose”. Es un proceso individual que debe ir acompañado de un entorno. Si un niño o niña son “agresivos” o se “enfadan”, como personas adultas, debemos saber ver si esas emociones están dentro del proceso natural de aprendizaje o si, por el contrario, tienen que ver con un entorno hostil (en casa, compañeros, etc.). Usar el libro para que la infancia “se porte bien” (no tenga rabietas, comparta, sea bueno…), según nuestros parámetros, va contra el libro, pero, sobre todo, contra la infancia.

3-NO SIRVEN PARA MODELAR A LA SOCIEDAD

Leer sobre todas las cosas abre nuestra mente, nos dota de herramientas nuevas, nos ofrece otras perspectivas. Pero leer los libros de moda, sí, son modas que coinciden con ciertos paradigmas educativos: educación emocional, feminismo, crianza con apego… que luego pasan, como todas las modas, para dar dan paso a otras modas. Pero, la verdad, usar a Frida Kalho como icono del feminismo o  o…  es entender muy mal los conceptos. Sería precioso, la verdad, que leyendo cuentos a los niños y niñas consiguiéramos que la sociedad fuera más justa. Se acabas la violencia machista, el patriarcado, la explotación laboral, los abusos entre iguales, la discriminación, los estereotipos… sería precioso, ¿verdad? Pero es que los libros no son para tanto, si un niño o niña escucha (en su entorno, educativo y/o familiar) en casa que ser homosexual es una enfermedad, o ve comportamientos homófobos o… es muy posible que termine adquiriéndolos para sí, por muchos libros que leamos.

4-NO SIRVEN PARA EVITAR EL SUFRIMIENTO

Sería precioso también que usando libros pudiéramos cambiar el sufrimiento individual de la infancia. Evitar el dolor del mundo a esos niños y niñas más sensibles o desfavorecidos. Que dejaran de tener miedo o de sufrir ante la vida y sus contrastes. Pero, por desgracia, eliminar a los “malos” del cuentodejar a la abuela de Caperucita en el armario para que no se la coma, o que el lobo y Caperucita terminen comiendo un pastel juntos, no hará que la violencia del mundo no los toque. Es demasiado poder el otorgado al libro y demasiado miedo el nuestro (a que nuestros hijos  e hijas sufran). Pero, la verdad, buscar herramientas para aprender a gestionar ese dolor, para reconocer la violencia y actuar (no mirar hacia a otro lado) es mucho más efectivo. Aprender que la abuelita puede irse, que la muerte y la vida son la misma cosa. Entender  que lo humano es contradictorio, que vivir, a veces, también tiene que ver con sufrir. Que hay situaciones injustas y dolorosas. Y también está la esperanza. Para eso sí sirven los libros. Pero poco más, porque, al fin y al cabo, los libros son ficción, pequeños ensayos del mundo y la vida. Diminutos ensayos, si los comparamos con la inmensidad de vivencias, experiencias y situaciones que tendremos que enfrentar. 

5-NO SIRVEN PARA SER MEJORES

Los libros de “educación en valores”, con un mensaje explícito y claro no nos va a convertir en mejores personas. Ni esos ni cualquier otro libro. No, los libros no son para tanto. Ser lector o lectora no hará mejores a nuestros niños y niñas que el resto. No se comportarán mejor después de leer libros sobre la solidaridad o sobre compartir o… Esos aprendizajes los trae la vida, nuestra naturaleza social, el entorno y el propio carácter. Leer mucho no nos hará ser mejores que el resto. Educar en valores es intentar que los niños y niñas sean la mejor versión de sí mismos, leer o no, tener o no, ser mejores en las notas… nada de eso nos hace “mejores” personas. Leer nos puede enseñar, como mucho, justo lo contrario: que nadie es mejor que nadie, que todos somos iguales.

 

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