En su libro Lengua oral: destino individual y social de las niñas y niños, nos dice Evelio Cabrejo que “Toda sociedad tiene la obligación de dar alimento simbólico para satisfacer las necesidades imaginarias de la infancia”. Con este alimento se nutre la infancia potenciando el desarrollo psíquico durante las diferentes etapas de su desarrollo.

El deseo de contar es inherente al ser humano, es muy probable que, debido a la necesidad humana de contar, esta sea tan antigua como el lenguaje. Los beneficios que aporta, tanto la literatura oral como la escrita, en el ámbito educativo, el contexto cultural, histórico y transmisor, son un elemento fundamental en el desarrollo de la infancia. Sin embargo, el concepto de infancia y la función de la literatura en la estructura del psiquismo de la niña y el niño, es relativamente reciente y cambiante, según la época y la cultura.  Debemos ser muy conscientes de la relevancia de estos beneficios durante el desarrollo de la infancia y la juventud.

Cada edad tiene su momento evolutivo, su forma de ver y de interpretar el mundo a través de las historias que recibe.  Situarnos, a partir de nuestra realidad (social, cultural, etc.), en la inmensidad del tiempo como concepto humano. Es decir, situarnos en la realidad finita y misteriosa de la vida para intentar comprenderla. (El guisante mágico. Escribir cuentos infantiles)

¿Qué hace que una historia sea interesante para un niño?

Una historia será interesante siempre que respete este pacto con lo simbólico y, a partir de los cuatro o cinco años, serán el tipo de historias más amadas por los niños. Las que emulen, de alguna manera, el fabulario fantástico y hagan que nos sintamos identificados con los protagonistas. (El guisante mágico. Escribir cuentos infantiles)

La narración debe servir para poder jugar con las palabras, recrear situaciones donde crear las imágenes literarias, el lenguaje de tipo literario “crea un mundo propio, un mundo de ficción que se rige por sus propias leyes y que está totalmente diferenciado del mundo real, por muy realistas que parezcan sus contenidos” (Sotomayor, 2000).

Sitúan al lector en el pasado y en el presente, lugares conocidos y desconocidos, alejándolo de la realidad y buscando un hilo narrativo en el tiempo. Transmitir lo que queremos contar, la forma en la que queremos comunicarnos con el lector, debe respetar una estructura que facilite la lectura y se adapte a la edad receptora.

¿Qué debería estar presente a la hora de afrontar el proceso de escritura?

– Anteponer el sentido estético y artístico (el cuidado con el lenguaje) a cualquier otro sentido (pedagógico, moral, etc.).

– No olvidar (antes, durante o después), la franja etaria a la que va dirigido nuestro texto, para pulir o buscar que no haya desequilibrios. No olvidemos que cada edad tiene su momento evolutivo, su manera de relacionarse con el mundo y su forma de recibir las historias. (El guisante mágico. Escribir cuentos infantiles)

Durante el proceso en la escritura narrativa infantil y escribir cuentos para niños, debemos intentar vencer lo mecánico, dejando a un lado lo que actualmente nos dicta el modelo neoliberal,  en ese proceso de homogeneización que deja poco espacio a la imaginación y a lo fantástico. Pero, para hacer creíble lo increíble, es importante tener una buena estructura para poder contar la historia y cuando llegue al lector crea que cualquier cosa puede suceder. Sobre la importancia de los elementos y características que deben conformar el pacto ficcional debemos tener en cuenta que:

Hay que cuidar de todos ellos y de que no haya desequilibrios entre unos y otros. De esta manera se genera la verosimilitud, que va más allá de la lógica y, como ya hemos visto, abre la posibilidad de que cualquier cosa pueda suceder y si se cuidan estos elementos, será creíble. (El guisante mágico. Escribir cuentos infantiles)

Existen muchos elementos que debemos tener en cuenta, además de la estructura, el tono, el estilo… Todo ello en sintonía nos ayudará a contar la historia y a poder llegar al lector adecuado durante el proceso de la escritura narrativa infantil.

Amparo Benegas

Y tú, ¿qué historia quieres contar?

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