Sobre la lectura de Cuando Fuimos Tortugas de Mar Benegas
Por Eva Rivas. 12 abril 2021
A lo largo de este precioso relato concebido en forma de diario de un niño he encontrado dos temas que con frecuencia he tenido ocasión de atender en los pequeños pacientes que me consultan: el enigma del origen en un niño adoptado y el maltrato por parte de iguales en el colegio.
La fantasía como alternativa al vacío de saber
Los niños tienen la capacidad de fantasear mundos alternativos a los que se marchan para jugar… o para buscar explicaciones sobre su historia y quiénes son. Como todas la personas lo niños necesitan explicarse lo que sucede en su vida, pero los adultos les hurtamos la realidad muchas veces para protegerles, evitarles el dolor o porque no tenemos respuestas, o nosotros mismos no soportamos las que podríamos tener. Ellos elaboran fantasías como alternativa al vacío de saber, incluso aunque tales fantasías sean inverosímiles e incompatibles con los saberes que van construyendo o incluso más dolorosas que la realidad.
La autora capta bien esta capacidad de fantasear y pone en la mente del protagonista la respuesta a la cuestión sobre el abandono que sufrieron él y su hermana melliza por parte de su madre biológica creando ese pasado fantaseado en el que fueron tortugas como un mito que explica una historia sobre sí mismo anterior a la llegada a su familia adoptiva. La tortuga madre abandona las crías en la playa confiando en que sobrevivan a los peligros. Eso al niño adoptado le sirve y simplemente por eso es verdad, su verdad: él y su hermana fueron tortugas antes que niños.

La importancia de las relaciones y los vínculos
Con respecto al maltrato recibido por parte de algunos compañeros de clase me gustó que se muestre el efecto devastador que puede tener en los niños, hasta el punto de ser la causa de la huida de casa, incluso del suicidio como tristemente hemos tenido ocasión de ver en algunos trágicos casos. Los adultos difícilmente podemos calibrar el daño que produce el no ser aceptado por los iguales, y las repetidas agresiones verbales y físicas a las que pueden ser sometidos los niños cuando son diferentes, por extranjeros, o por adoptados o por cualquier otro rasgo que los hace visibles en su singularidad y diferencia de los demás.
La importancia de las relaciones, de los vínculos, del reconocimiento que el otro hace de él, es vital. La pérdida de estos vínculos (una gallina , una vecina…) puede confluir con el malestar derivado de una convivencia difícil en el colegio y ser un factor que precipite pasos al acto peligrosos. Los niños tienen riesgo de pasos al acto como fugas de casa porque se abstraen en su propia fantasía y no tiene el freno que para el adulto tiene el considerar el papel crucial que uno puede tener para unos padres amorosos, como son los padres adoptivos del protagonista de la historia.

Cuando fuimos tortugas
Me gustó por lo que me toca como profesional de atención a la salud mental infantil, el recurso a la escritura del diario como técnica de una posible terapeuta (Sonia)para que el niño construya un discurso sobre sí mismo. En la actualidad es algo que puede ser difícil, dado que para ello se necesita de tiempos muertos, de un “aburrimiento” del que los niños no disponen al estar constantemente bombardeados por objetos tecnológicos que no les permiten que brote el deseo de poner atención a su mundo interior.
Eva Rivas, Psiquiatra infanto-juvenil del CSM de Moratalaz.
Puedes adquirir el libro Cuando fuimos tortugas PINCHANDO AQUÍ
Para no perderte ninguna novedad de El Sitio de las Palabras, suscríbete a nuestra newsletter PINCHANDO AQUÍ
0 comentarios