Algunas preguntas para escuchar, conversar, pensar y crear (con la infancia)… A veces no pensamos en la forma en que hacemos algo hasta que alguien nos pregunta cómo lo hacemos. Eso está bien, nos permite reflexionar sobre ello, poner cada cosa en su lugar y racionalizar algo que, tal vez, hacíamos de manera intuitiva.
Justo esto me pasó hace un par de semanas con una alumna del curso “Como si fuera una cereza-animar a la lectura y escritura poética”. Olga, que es maestra de infantil, en una de las sesiones en directo me dijo que hablaba mucho de las preguntas, que si podría darle algunas ideas para que las preguntas estuvieran presente en su aula, con los niños y niñas.
Y es cierto: que las uso mucho en el material (tanto en las propuestas prácticas como en la teoría), que mis sesiones en directo se estructuran a partir de algunas preguntas. De hecho, son una herramienta fundamental y maravillosa para generar conversaciones, pensamiento, para hablar de “las cosas importantes de la vida” (como me dijo aquel niño en Menorca, que con 8 años tuvo claro que era justo eso lo que estábamos intentando hacer).
POR QUÉ, PARA QUÉ Y DESDE DÓNDE
Algunas preguntas fundamentales que me hago (y que para mí son imprescindibles en el momento en el que queremos iniciar un intercambio intelectual, afectivo o creativo con otras personas) son justo las del título: ¿Por qué?, ¿Para qué? y ¿desde dónde?.. hacemos las cosas que hacemos.
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¿Por qué hago las cosas?
Cuando tenemos que elegir entre un millón de cosas que podemos hacer, elegir un poema, un libro, un tema para propiciar la conversación… es complicado. Yo suelo preguntarme por qué hago algo, qué sentido tiene para mí que lo convierte en algo significativo que quiero compartir. Mis porqués suelen estar relacionados, por supuesto, con poesía, libros, poemas, talleres… Por ejemplo: ¿por qué quiero leerles este poema y no otro? Desvelar qué me mueve a elegir un poema o una propuesta o una forma de presentar un libro hace que, buscando las respuestas, aparezcan algunas claves. O, muchas veces, un mapa, donde cada zona resaltada corresponde a un lugar reseñable para mí que quiero recorrer con ellos.
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¿Para qué?
Otra cosa que suelo preguntarme es para qué quiero o no hacer o hablar de algo. ¿Es algo sustancial para mí? Si la respuesta es sí seguramente será sustancial y significativo para el otro que escucha. Con esta pregunta, el para qué, suele desvelar el verdadero significado de las cosas que hacemos, en general, es una pregunta que deberíamos hacernos muy a menudo, sobre todo si trabajamos con niños y niñas. A veces es una pregunta tramposa, porque resulta que esconde un motivo oculto, desvelarlo es una manera de huir de él. Discernir entre el deseo de compartir, la necesidad de comunicar algo y abrir ciertas puertas o, por otra parte, realizar actividades que sean meramente funcionales y productivas, sí, a veces es complicado.
Por ejemplo: ¿qué sentido tiene leer un poema del otoño? Podemos leer un poema precioso del otoño, por ejemplo este de Lorca:
Tan, tan.
¿Quién es?
El Otoño otra vez.
¿Qué quiere el Otoño?
El frescor de tu sien.
No te lo quiero dar.
Yo te lo quiero quitar.
Tan, tan.
¿Quién es?
El Otoño otra vez
Podemos hacer varias cosas:
1-Leerlo y ya está.
2-Podemos, incluso, leerlo en primavera. Eso sí que sería rompedor actualmente, cuando parece que todo se hace para buscar un resultado: leer un poema del otoño porque nos da la gana y en primavera.
3-Podemos leerlo y hacernos una pregunta: ¿es cierto que el otoño será un ladronzuelo? Entonces podemos salir al campo a buscar el otoño y saber qué quiere de nosotros. Sin más, salir a mirar, observar y dejar que el viento nos dé en la cara. Incluso podemos buscar (tocar, recoger) esas hojas, ramas y frutos que el otoño ha robado a los árboles. Así veremos, con claridad, el sentido del poema. Al volver podemos leer el poema de nuevo y hablar de él: si nos gusta, si no nos gusta, si tiene música o no, qué otras cosas nos podría quitar ese otoño juguetón (el verano, me dijo una niña una vez, el otoño nos roba el verano).
4-O… por supuesto, también podemos leer un poema del otoño, hacer una ficha del otoño, pintar cosas de color marrón y dibujar hojas. Hasta aborrecer el otoño todos juntos.
Y quien dice un poema del otoño dice cualquier otra cosa, otro poema, otra actividad. Preguntarnos qué objetivo tiene lo que estamos haciendo, qué significado tiene y por qué pensamos que es importante o si, en el fondo, está supeditado a otro deseo y no es más que un accesorio para conseguir un objetivo concreto: hacer una ficha, aprender un color, etc. Si la acción (artística-estética-reflexiva) no tiene sentido por sí misma será esta pregunta: para qué, la que nos dará la clave.
¿Desde dónde?
Aquí otra pregunta que yo me hago continuamente, a la hora de escribir y a la hora de pensar una propuestas o una actividad para cualquier edad. Para mí solamente hay un lugar, un dónde: el respeto. Como esta palabra es muy grande y está muy manida intentaré acotar:
1-Intento buscar la horizontalidad, huir de la mirada vertical: compartir lo que sabemos no nos hace más ni mejores. Saber hacer algo y compartirlo desde la pasión y contando con la curiosidad innata y las ganas de aprender cosas nuevas es un regalo mutuo. Permitirme aprender en cada encuentro, con cada sesión, emocionarme con ellos a través de algo que me apasiona.
2-Respetar a mis interlocutores, siempre me sorprenden, tengo anécdotas escenas maravillosas grabadas en mi memoria. Lo que a mí sirve es respetar a las personas que tengo delante: no menosprecies su inteligencia, no menosprecies sus capacidades. Acompañar en el camino (hablar de poesía o crear poemas no es fácil, hay que acompañar con responsabilidad y conocimiento: formarme y leer mucho es indispensable). Escuchar, una gran parte de mi trabajo se fundamente en la escucha.
Para mí solamente hay un dónde, el lugar de la complicidad: siempre estoy de parte de la infancia.
LAS PREGUNTAS ESENCIALES
Preguntas guía:
En mi caso hay algunas preguntas esenciales que me sirven para construir las sesiones. Por ejemplo, si quiero hablarles de poesía comienzo preguntando “¿Qué es la poesía?, ¿alguien lo sabe?” Y de ahí, a partir de ciertas preguntas, voy hilando: “¿Para qué sirve la poesía?” o “¿Sabéis por qué escribí este libro/poema?”. Son preguntas subjetivas, o esencialmente subjetivas, que se convierten en un resorte para hablar, recitar, debatir, y, por supuesto, sentir. Algunas de estas preguntas dejan la emoción(la mía, y por tanto, la suya) a flor de piel y en contacto directo con la materia poética, otras preguntas nos alborotan y nos dejan en el juego, la risa y los ojos brillantes. Todas las sesiones se enriquecen con ellas: ¿Sabéis que hay niñas que por nacer niñas no pueden ir a la escuela? (pregunta para presentar “LAS NIÑAS O CÓMO SUCEDEN LAS COSAS“)
Después de una pregunta como esa es imposible que no se genere una reflexión colectiva la mar de interesante, sobre todo después de leerles la dedicatoria o algunos poemas del LIBRO.
Cuando respondemos a las preguntas, además, estamos conectando con lo humano que nos hace iguales. Si les pregunto para qué sirve la poesía y les cuento cómo vino a ayudarme, a salvarme, a los 10 años, la conexión es real. Si les digo que la poesía sirve para transformar las cosas que no nos gustan, las cosas feas, en belleza. Que sirve para poder expresar aquello que desgarra o que nos pone felices o furiosos, que a veces el mundo es demasiado para algunas personas, que duele… y les cuento que no puedo ver las noticias o una película de miedo porque tengo pesadillas: conecto con lo humano y me/se reconocen, como si fuera un espejo. Y así, preguntas y respuestas, individuales o colectivas, nos van situando en esa conversación sobre “las cosas importantes de la vida” (SIC), nos ayudan a comprendernos y a intentar comprender el mundo.
Preguntas resorte:
Para otra cosa que siempre uso las preguntas es para crear. Las preguntas resorte son fundamentales para mí. Diría que todos mis talleres se basan en esas preguntas detonantes o resortes creativos. De hecho el libro-taller “A JUEGO LENTO” (aquí una maravillosa reseña de Germán Machado) está construido a partir de preguntas, prácticamente en su totalidad.
Porque preguntar es un resorte fabuloso para alentar el pensamiento y la emoción pero también nos sitúa, de una manera formidable, en el territorio (poético o no) de la creación. Tanto los talleres de poesía como los de narrativa parten, en la mayoría de casos, de las preguntas.
¿A qué se parecen las cosas que vemos? El lenguaje metafórico, el pensamiento sincrético, son territorios poéticos. Algunas preguntas nos sitúan, con la respuesta, en la casa del poema, simplemente formularlas ya nos lleva allí. Con recursos sencillos, como la sinestesia o simplemente preguntando cosas inauditas. Por ejemplo, sinestesia:
- ¿De qué color es la música?
- ¿A qué sabe el color azul?
- ¿Si fueras una estación cuál serías?
- (…)
O preguntas inauditas, realizadas en orden, claro:
- ¿Qué cosa es?
- ¿Es suave? (Es suave como… / No es suave es…)
- ¿A dónde va? (o: ¿Qué está haciendo?)
- ¿Le gusta cantar?
U otras que se te ocurran (de hecho, en A juego lento hay otras diferentes). Se trata de dar respuestas automáticas, de lo primero que nos venga a la cabeza: Una vaca / suave como un algodón / se va de viaje / y canta muy bien, al quitar las preguntas quedan pequeños poemas absurdos, divertidos y juguetones. Un juego que se puede usar con niños y niñas de todas las edades, incluso en prelectores.
Esas preguntas sin respuesta…
Porque, como dice Nana en “Corazón de pájaro”:
Nana amaneció abrazada a su libreta. Cruzó la ciudad
hasta la estación de tren. Sentía el galopar de mil caballos
en el pecho. Y se hacía preguntas:
«¿Será el bosque suficientemente hermoso?»
«¿Volveremos juntos, cerca de nuestra mar?»
«¿Construiremos un barco con el que navegar el tiempo?»
«¿Será él el pan que alimente mi calma?»
«¿Será el amor lo que hace que tiemble?»
Y no sabía qué responder.
…
Tampoco Martín tenía las respuestas. Pero la poesía puede
contestar algunas preguntas imposibles. Y, por eso, Nana
escribió su primer libro. Un libro que dijera todo lo que
ella no sabía decir de otro modo: Corazón de pájaro, ese
fue su título.
Que las preguntas y las poesía nos acompañen siempre y nos hagan dudar, y crecer, y sentir, y compartir.
Mar Benegas
Felicidades, excelente artículo y muy útil para trabajar en el de manera más dinámica.
Gracias por compartir
Gracias, Carmen, por tus palabras. Me alegra que te interese.
Qué maravilla de artículo ❤️ Muchas gracias Mar! Porque los que no trabajamos con niños, también lo encontramos útil para nuestro día a día (sin olvidarnos que todos tenemos un niño en nuestro interior). ¡Un abrazo!
Mireia, gracias a ti, por la lectura. Es cierto lo que dices: hacerse preguntas sirve, en general, para entender la vida, trabajemos o no con la infancia 😀
Un abrazo.
Ojalå los docentes trflexionåramos tambięn el nuestra pråctica sobre la poesía y sus beneficios. No me cabe duda que mañana comenza4ę la clase con una poesía. Gracias , poeta
Gracias a ti, Carmen, qué alegría saber que la poesía estará presente mañana en tu clase.
¿Conoces nuestra campaña “Poemas al vuelo”?, cada viernes enviamos un poema recitado y en pdf a 700 suscriptores. Si quieres comenzar el viernes con un poema puedes suscribirte aquí: https://mailchi.mp/f9905ac7b8d1/poemasalvuelo?
Un saludo
Genial Mar! Ya estoy como en un trampolín de resorte en resorte!!! Muchas gracias!
A ti, que me has hecho darle vueltas al asunto desde que me preguntaste y mira…
Abrazo.
Mar, cómo me gusta tu forma de llevar la educación a las niñas y niños y que suerte tiene la poesía de tenerte. Me ha gustado mucho el artículo. Gracias por tu trabajo. Un abrazo.
Mil gracias, Marta. La suerte es mía, de poder compartir camino con la infancia pero también por encontrar personas con tu sensibilidad en él.