8 de marzo, todos los días son 8 de marzo.
Hoy es 8 de marzo, un 8 de marzo como aquel otro, cualquiera, de hace tantos tantos años. Me veo corriendo por la calle, tengo 9 años. Y corro. Corro todo lo que puedo, antes de que me pillen. Antes de tener que “pagar”. Corro yo, porque puedo, porque he tenido la oportunidad de hacerlo, porque he tenido suerte o porque he sabido esconderme mejor. Corro, todo lo rápido que puedo, como si fuera la vida en ello. Corro y noto que me persiguen, que van tras de mí. Corro y llego. Toco la pared. Y grito, con todas mis fuerzas: “CASA” y luego añado: POR MÍ Y POR MIS COMPAÑERAS. Y de pronto puedo descansar. Y me siento a salvo.
Hoy es 8 de marzo, un 8 de marzo como aquel otro, y tengo 13 años. Es la primera vez que llevo sujetador. Y ese chico, el que va tras de mí camino al patio, acaba de tensar la goma del sujetador y soltarla contra mi espalda. Me dejará una marca que me dura hasta hoy. Es el mismo que nos toca el culo cuando pasamos. Luego se ríen. Nosotras decidimos caminar en grupo. Plantarles cara.
Hoy es 8 de marzo, un 8 de marzo como aquel otro. Mi hijo está en 2º de la ESO, me dice que cómo es mejor apoyar a sus compañeras de clase, si es mejor ir a la manifestación del 8M o no ir. Yo le digo que hable con ellas y les pregunte.
Hoy es 8 de marzo, un 8 de marzo como aquel otro. Y tengo que llamar a la policía porque están maltratando a una niña. Muchos años después escribo un poema: La niña desierto. Para que esa niña, de alguna manera, tenga voz:
NIÑA DESIERTO
Tanto gritaron
a la niña desierto
que se quebró, si estoy en lo cierto.
Su cuerpo, lleno de pena,
se deshizo, se deshizo, se deshizo…
hasta ser todo de arena.
Hoy es 8 de marzo, un 8 de marzo como aquel otro. Estoy en una escuela y les cuento, a un grupo de niñas y niños, como tantas veces que también es 8 de marzo, que hay niñas que no pueden ir a la escuela. Ni conducir. Ni trabajar. Ni ir a la universidad. Ni tener un trabajo remunerado. Ni, mucho menos, tener dinero. Ni casarse con quien quieren. Una niña levanta la mano y dice: yo vine de mi país porque mi madre no quería que me obligaran a casarme. Es la primera vez que sus compañeros de clase conocen su realidad. Tienen 11 años.
Hoy es 8 de marzo, un 8 de marzo como aquel otro. Y he sentido miedo de ir por la calle sola. Me he sentido acosada. He reclamado mis derechos. He recibido opiniones y juicios sobre mí que no había pedido. Han invadido mi cuerpo y he sentido violencia sobre él. Me he sentido violentada, violada o abusada. No se ha valorado mi trabajo. He sufrido la desigualdad. Me han dicho zorra o gorda o hija de puta.
Hoy es 8 de marzo, un 8 de marzo como aquel otro. Y escribo LAS NIÑAS O CÓMO SUCEDEN LAS COSAS. Porque… ¿Y si el mundo sucediera gracias a una niña? Ella, que vuela como un pájaro, que lleva en su pico una semilla, que hace crecer todos los árboles, todos los frutos, todos los mares y los ríos. Sí, sucede el mundo y es gracias a ella.
Yo quise nombrarla con estos poemas, decir ese mundo y que un mundo se levante. Y saber ver que son unas manos diminutas las que lo hacen rodar.
¿Y si un libro pudiera ser un homenaje? Sí, a las niñas que nadie nombra, las que no existen. Decir también el dolor y la esperanza, la alegría y el valor. Las cosas pequeñas, las manos pequeñas, la risa grande y una enorme fuerza. Decir el vértigo y el miedo, decir que hay un camino, madres de las madres, hijas de las hijas. Un camino que avanza despacio, que hace rodar el mundo y que está lleno de todas ellas.
“Las niñas o cómo suceden las cosas” es una necesidad, es la urgencia de agradecer la verdad primera y devolverle a lo justo su nombre, porque son las niñas las que hacen volar a los pájaros y llegar la primavera.
DELICIOSO
Gracias 😀
Querida Mar , que emoción leerte , gracias por toda esas niñas.
Te abrazo infinitamente ♥️
Mi querida Bernardita, un abrazo largo y muchas ganas de que la vida nos vuelva a juntar pronto.
Conmovedora realidad hecha esperanzadora prosa
Bello
Gracias, María Elena. Un abrazo.
Me has llevado a mi niñez y me siento acompañada mientras una humedad en mis ojos, me dice que no estoy curada. Soy una brisa que no tiene lugar en el bosque. Soy una melodía en un mundo de sordos.
Gracias
Qué hermoso comentario, Liana. Y sí, sabernos acompañadas y juntas, eso nos queda, así es.
Querida Mar hago mí comentario con un nudo en la garganta… Bellas palabras para contar cómo suceden las cosas!!!! Gracias gracias! Podré conseguir ese libro en Argentina? Cariños desde mí querida provincia CATAMARCA!
Gracias, Silvia, por la lectura.
En Argentina mis libros de Litera (esta editorial) los suele tener Calibroscopio-Libros de Arena (en Bs As, pero hacen envíos). Por si te sirve el dato. Un abrazo.
Qué buenos textos, impactantes. No solo las mujeres adultas sufren violencia, también las niñas. Gracias por compartir esos testimonios.
Gracias por la lectura. Un abrazo.
Mar querida, gracias por ls verdad y tanta belleza
Ana Luisa
Gracias a ti, querida Ana Luisa. Un abrazo.
Simplemente perfecto
Gracias, Sabina.